En esta escena Amanda se mantiene alejada de la perspectiva de Carmen y de la mirada del espectador. Al ver a Amanda en una postura intimidada el espectador se da cuenta de que la mirada de Carmen es fría y falta de afecto. El rostro de Carmen se muestra rígido. La frialdad de la mirada de Carmen hacia Amanda y el ángulo de la cámara minimizan a Amanda – a pesar de que se encuentra en un plano completo. Este ejemplo, muestra que Amanda es la hija no deseada por Carmen, - por el simple hecho de ser mujer-. Pues, a pesar de que Amanda tiene el pelo corto, se viste como hombre y actúa como muchacho no logra llamar la atención de Carmen.
La puesta en escena es la cocina. Amanda se viste como muchacho, pero tiene que realizar el papel de la mujer en la cocina. En esta escena, Amanda está lavando los trastes porque Gabriel se lo había pedido, ya que Carmen se encontraba indispuesta. Más tarde aparece Carmen y la ignora completamente. Sin embargo, la mirada de Carmen cae sobre Amanda haciéndola sentir insignificante. Tal vez porque está lavando los platos. Y esta tarea es trabajo de mujer. Si hubiera tenido un hijo, la reacción de ver a Amanda lavando los trastes habría sido normal.
La luz de la ventana es natural. Esa luz no llega a las mujeres sino al mueble de la cocina y los utensilios. En esta toma se sintetiza que el único lugar que la mujer de la sociedad patriarcal ha tenido es la cocina. Y aún dentro de este microcosmos las mujeres no nos ponemos de acuerdo. El silencio lleva al espectador a pensar que no hay comunicación. Este problema se debe al papel que cada mujer representa como promotora de la sociedad patriarcal desde diferentes perspectivas. Pues al final Amanda trata de complacer a su madre, cuando queda embarazada. Y más aún si el bebé es varón.
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