2. LA TRASLACION DEL CUERPO A GALICIA
Cuenta la tradición que dos de los discípulos de Santiago, Atanasio y Teodoro, recogieron su cuerpo y su cabeza, y los trasladaron en una nave desde Jerusalén hasta Galicia. Tras siete días de navegación llegarían a las costas gallegas de Iria Flavia, cerca de la actual villa de Padrón.
En el relato aparece Lupa, una dama pagana, rica e influyente que ofreció a los discípulos bueyes salvajes que vivían allí en libertad y un carro para transportar los restos del Apóstol desde Padrón hasta Santiago. los bueyes comenzaron su camino, sin ningún tipo de guía, y se detuvieron, instintivamente, movidos por la sed, en un lugar donde escarbaron y brotó agua.
3. EL ORIGEN DE UNA TRADICIÓN
A principios del siglo IX, en un contexto socio-político saturado de necesidades espirituales, intolerancia religiosa y presiones militares, tiene lugar el descubrimiento del sepulcro apostólico, que podemos situar en torno al año 820.
Cuenta la tradición que un ermitaño, de nombre Pelayo, que vivía en el lugar de Solovio -donde está situada la iglesia de San Fiz de Solovio, en la Compostela actual-, en el bosque Libredón, observó durante varias noches sucesivas unos resplandores o luminarias misteriosas que semejaban una lluvia de estrellas sobre un montículo del bosque.
Esta luz o estrella reveladora de la existencia de la tumba apostólica se convierte en otro de los símbolos relacionados con Santiago y el culto jacobeo. Pero no es tan sólo una estrella; la huella del Camino de Santiago está marcada desde siempre en la Vía Láctea porque su dirección indica también la del caminante hacia Compostela, lo que llevó a referirse a esta ruta como el CAMINO DE LAS ESTRELLAS.
Pelayo, impresionado por las visiones, se presentó ante el obispo diocesano Teodomiro, que en aquella época regía la sede de Iria Flavia, para comunicarle el hallazgo. El obispo, ante la insistencia de Pelayo, reunió un pequeño séquito y se dirigió inmediatamente a Libredón. En el medio del bosque, él mismo pudo contemplar el fenómeno relatado por el ermitaño. Un fuerte resplandor iluminaba el lugar en donde, entre la densa vegetación, encontrarían un sepulcro de piedra en el que reposaban tres cuerpos, identificados como el de Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio.
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