Orígenes de la lengua castellana en la época visigoda
1) El contexto histórico La penetración de grupos bárbaros en la Península Ibérica se produjo en el año 409 d. C., probablemente, por la ruta de Roncesvalles. Desde 409 hasta 411 vagaron de un lado para otro. El 411 los vándalos asdingos se situaron entre los ríos Miño y Sil y la costa cantábrica, los suevos entre los ríos Duero y la línea Miño-Sil, los alanos en las provincias romanas Cartaginense y Lusitania y los vándalos silingos en la Bética. La provincia romana Tarraconense permaneció integrada directamente en el Imperio romano. Como consecuencia de estos asentamientos, el gobierno imperial trató de recobrar su dominio sobre Hispania pactando con otro pueblo germánico, los visigodos. Éstos, desde el sur de la Galia, colaboraron en la lucha y control contra los pueblos germánicos invasores en la Península, y defendieron los intereses de la clase dirigente hispanorromana, expulsando y aniquilando a los vándalos asdingos y alanos por el rey Valia (417-418), mientras que los vándalos silingos emigraron a África en 429. Los únicos invasores sobrevivientes que permanecieron en la Península fueron los suevos .
Los visigodos fueron consolidando poco a poco su poder en el territorio peninsular durante noventa años (415 - 507), con centro en Tolosa, en la Galia. En el 507, el reino de Tolosa dejó de existir y tras la batalla de Vouillé, cerca de Poitiers, con la derrota del ejercicio visigodo éste pasó a la Península Ibérica, aunque la población visigoda se había ido desplazando con anterioridad a esta fecha, ya entre los años 490 y 506, en grupos relativamente numerosos, que se instalaron en la mesesta norte y en el valle del Ebro. El siglo VI, y sobre todo su segunda mitad, se caracterizó por la actitud innovadora de afianzamiento y por el nuevo concepto de la monarquía germánica, fuerte y centralizada, con marcado carácter bizantino. El proceso político de unificación nacional, basada en primer lugar en la conquista militar, había comenzado con el reinado de Leovigildo, que se centró en el sometimiento del reino católico de los suevos (585), en la reducción del área bizantina en el sudeste peninsular, y, en el norte, en las luchas contra los cántabros, astures y vascones, que se retiran a las montañas. Leovigildo reduce la separación entre hispanorromanos y visigodos y este acercamiento entre los dos pueblos culmina con la labor de su hijo Recaredo y su conversión oficial al cristianismo, hecho que queda reforzado por la actitud de la Iglesia católica hispana manifestada en el Concilio III de Toledo (589). El Concilio III de Toledo es el acontecimiento culminante de la vida religiosa de los visigodos. Así, por medio de la unidad religiosa y la conversión de la población arriana al catolicismo, se logra la unidad política y la definitiva conciencia nacional y estabilidad territorial.
En el siglo VII se produce la obra culminante de la legislación visigoda, el Liber Iudicorum, promulgado por Recesvinto en el 654. Su novedad fue el ser el único cuerpo legal que podía ser utilizado en los tribunales por los jueces, tanto para visigodos como para hispanorromanos. Pero a pesar de la unificación étnico-religiosa “empezó a producirse, a mediados del siglo VII, la desintegración del estado visigodo, que tendía a una progresiva fragmentación en unidades locales reducidas en un evidente proceso de feudalización con frecuentes sublevaciones de nobles, principalmente en la Septimania, la Tarraconense y la Bética. Los últimos años de la monarquía visigoda se caracterizaron también por las frecuentes tensiones sociales y fugas de esclavos, y por la aparición de algunas hambrunas y epidemias que diezmaron la población. Era el fin definitivo de una época.“ La invasión musulmana en 711 significó la desaparición del reino visigodo. 2) El contexto cultural
La cultura hispano-visigoda era, fundamentalmente, una cultura eclesiástica, basada en la religión cristiana, el hecho que se reforzó ante todo después del IIIer Concilio de Toledo en el cual la Iglesia adquiere una importancia capital y participa e influye de modo particular en la vida política, económica y cultural. La Iglesia visigoda hispana se distinguirá de la “universal“ por su liturgia, sus disciplinas propias, la vinculación con la Corte y la administración, sus concilios y por su labor de gobierno. Durante los siglos VI y VII se formó una liturgia propia de Hispania que ha sido llamada hispana, visigoda o mozárabe, y que ha sido suprimida en 1080 por la aplicación de la reforma gregoriana. Si la unificación de dogma se realiza a finales del siglo VI, la unificación de liturgia se produce en el Concilio IV de Toledo (633) y ésta trae consigo una serie de consecuencias culturales para toda la población: la regularización de los ritos y fórmulas permitió que la liturgia se convirtiese en un medio de comunicación para los fieles, consiguió la adquisición, desde el punto de vista literario, de ciertas técnicas retóricas y dialécticas, lexicográficas y hasta gramaticales. Pero gracias al rebuscamiento y complicación de la expresión litúrgica se produjo el efecto contrario, es decir, su escasa comprensión por los fieles. Era inevitable incluir en la formación cultural de los letrados algunos rasgos de la lengua hablada comúnmente, para permitir una mayor comprensión por parte de fieles, una aproximación lingüística que mantuviera de algún modo el contacto con ellos. Con el creciente auge de los monasterios, se observan en el siglo VII manifestaciones episcopales antieremíticas. El trabajo intelectual en el monasterio estaba estrechamente delimitado en la mayoría de los casos por las reglas de Fructuoso e Isidoro. La importancia creciente otorgada a la lectura se observa en la regla de San Isidoro que supone un contacto con los textos la mayor parte del día. Por tanto, en los cenobios surgen escuelas que permiten a los futuros monjes el acceso a los conocimientos, predominantemente bíblicos y teológicos, luego también de otros saberes. El nivel cultural medio se mantiene en la comunidad monástica.
Por otro lado, en la sociedad visigoda se produjo la continuación de la llamada cultura del escrito que sobrevive con intensidad. Las relaciones sociales se establecían por medio de la escritura, tanto en el terreno político como en el eclesiástico, tanto en las capas altas de la sociedad como bajas que establecían sus relaciones por medio de documentos, los cuales debían ser conservados por su carácter probatorio ante la ley. Tales prácticas se manifiestan especialmente en los testamentos, en las compra-ventas, en las convocatorias de los Concilios, etc. Las actas conciliares se elaboraban por labor de uno o varios notarios que recogían la minuta de la reunión la cual redactaban. Posteriormente las actas eran firmadas por los asistentes. Al menos se debía tener los conocimentos suficientes para firmar documentos, y, al parecer, la alfabetización de la sociedad no era escasa, ya que la práctica habitual de firmar documentos estaba muy extendida y el número de personas instruidas en la lectura y en la escritura, al menos en niveles elementales, no era despreciable. En este entorno se encuentran las llamadas pizarras, que manifiestan la necesidad de dejar constancia escrita de ciertas acciones legales y de asuntos privados en un entorno geográfico y cultural en el que sorprende la cantitad y variedad de personas capaces de leer y escribir. En el ámbito privado, los epistolarios son una muestra de la actividad escrita y las cartas no sólo se cruzan entre personajes importantes, sino que se utilizan en la correspondencia privada por razones de amistad, parentesco y sirven como medio normal de comunicación. La tarea de escribir se extienden incluso a las artes menores como la orfebrería. Todo esto obliga a sospechar que se ha mantenido algún tipo de enseñanza. A partir del siglo IV se observa un cambio en la orientación de los estudios. El auge de la Iglesia católica parece llevar a un enfrentamiento entre la cultura clásica y la cristiana. La cultura antigua se degrada entre los siglos VI y VII y cede el sitio a otro tipo de cultura de carácter principalmente religioso. Sin embargo, sorprende la vigencia de los métodos y del programa de educación antiguos. No obstante, la escuela pública desaparece en el siglo VI por falta de soporte economómico por parte de las ciudades, por el desinterés de los estudiantes, por el recelo por su carácter pagano y por su inadecuación a las circunstancias históricas.
Además, de estas escuelas se mantenían alejados los visigodos, indiferentes hacia la cultura latina, hasta que pasada la mitad del siglo VI aumentó la tolerancia y con ella cierta colaboración. Esta desaparición no afectó a la enseñanza de la medicina, el derecho y las artes clásicas. Los obispos del IIo Concilio de Toledo (527) toman conciencia de la amenaza que a la larga supone para la Iglesia la desaparición de las escuelas. Sobre todo después de la conversión de Recaredo, la cultura religiosa adquiere un nuevo valor, a través de la labor de los obispos, que en su mayoría se han formado en los monasterios. Así, con el modelo de las escuelas monacales, surgen las episcopales, impregnadas de una nueva cultura cristiana. La escuela eclesiástica sucede de este modo a la escuela antigua. Sin embargo, tras la unificación religiosa y legislativa, y en tiempos de estabilidad, las grandes familias visigodas adoptan el modo de vida de los hispanoromanos, adoptan sus nombres, se abren a las letras clásicas. De estos laicos instruidos destacan los monarcas como Sisebuto y Chindasvinto. También los nobles poseen bibliotecas considerables, como la del conde Lorenzo, el conde Búlgar, el duque Claudio o el conde Teodomiro de Orihuela. Gracias a las escuelas la lectura y la escritura están muy extendidas y propician una cierta expansión de la cultura. Esta alfabetización supone además una enseñanza elemental de la gramática. Ésta tenía una importancia fundamental entre los estudios superiores, ya que mediante ella se comprendía el texto que se leía y que debía ser transmitido por el clérigo a sus fieles - la gramática servía de primer paso en la cultura cristiana para el acercamiento a los textos sagrados. El efecto de las escuelas en Hispania visigoda sobre la evolución de la lengua castellana parece ser enorme, ya que la renovación de los conocimientos que tuvo lugar desde el siglo VI contribuyó a que la transformación del latín en romance fuera más rápida y variada en las zonas de menor desarrollo cultural. Mientras que en el siglo VI los centros culturales se encuentran en Sevilla, Mérida y Córdoba, en el siglo VII se produce un desplazamiento hacia el norte - Toledo, Zaragoza, Barcelona y el área noroccidental, donde se concentra la actividad intelectual y artística (en Sevilla, San Isidoro no dejó continuadores y un vacío semejante se produjo en Mérida, San Braulio de Zaragoza recogió la antorcha isidoriana y Tajón fue su sucesor; Toledo contaba a lo largo del siglo VII con una serie de ilustres obispos, los llamados padres toledanos; y el dinamismo ascético tuvo su gran foco en el noroeste peninsular en torno a San Fructuoso de Braga). Si lo intelectual se traslada al norte, se encuentra en el mapa un vacío en la meseta superior: “esta situación llegará a tener interés cuando comience a diseñarse la distribución de los dialectos romances peninsulares, porque será esta zona de vacío la que representará la región de máximas innovaciones lingüísticas - el castellano- en tanto que en el resto el conservadurismo, en algunos casos enmascarado por otros acontecimientos, será representativo.“
3) Del latín tardío hispánico al protorromance castellano Los invasores germánicos dejaron escasos elementos lingüísticos en el castellano pero el hecho más importante que habían llevado las invasiones bárbaras fue “una grave depresión de la cultura y se dificultaron extraordinariamente las comunicaciones con el resto de la Romanía. El latín vulgar de la Península quedó abandonado a sus propias tendencias.“ El momento que corresponde a los inicios de la fragmentación lingüística peninsular se sitúa entre los años 600 y 800 que abarcan un período en el cual se producen una serie de cambios que llevan a considerarlo como crucial en el tránsito del latín al romance (o protorromance, prerromance). No se da todavía en este momento una distinción conceptual entre latín y romance y, además, el conocimiento actual de la velocidad de los procesos evolutivos depende del número de textos disponibles que es muy reducido. “Faltan para la época visigoda los documentos notariales, que tanta luz arrojan sobre los cambios lingüísticos ocurridos en Galia durante el dominio merovingio y sobre el español durante los primeros siglos de la reconquista.“ El período final de la época visigoda (725-750) se consideraba un estado en el que la documentación original era prácticamente inexistente. La situación se ve mejorada por el hallazgo de cinco diplomas en escritura visigoda y el descubrimiento progresivo de un conjunto de pizarras visigodas que muestran un estado de lengua en el que se pueden empezar a ver rasgos que después serán romance. De entre las fuentes más importantes de la época destacan los códices, diplomas en pergamino, inscripciones y pizarras visigodos. a)Los códices visigodos son aquellos que usan de forma constante determinadas abreviaturas, siguen unas especiales tendencias ortográficas y recurren a unos signos críticos que son típicos y exclusivos de los ejemplares visigóticos. De esta forma, los códices llamados visigodos presentan unas características especiales:
-las abreviaciones AP-STLS o APLS (apostolus), EPSCPS (episcopus), IHRSLM (Iherusalem), SHRL o SRL (Shrael, Srael), AUM (autem), NRS (noster), VSR (uester), P (per), q (qui) -raya y punta encima para indicar la supresión de la nasal m o n -está escrito QU en lugar de C (quum en vez de cum) -se añade incorrectamente una i precediendo a palabras que comiencen por SC, SP o ST (iscriptum, ispintum) -se suprime de forma injustificada una correcta i inicial (storia, stum) -se confunde V por F
b)Se conservan cuatro fragmentos de diplomas en pergamino que aclararan la época final visigoda. c)Las inscripciones visigodas sobre piedra son medio millar y presentan un tipo de documentación del cual es difícil extraer información general sobre los rasgos de la lengua hablada. d)La documentación en pizarra llena un vacío temporal después de la desaparición del reino visigodo. Las pizarras se han encontrado en tierras de Segovia, Valladolid, Salamanca, Ávila, Cáceres y en Asturias. Las pizarras están escritas por numerosas manos lo que indica un grado de alfabetización notable en una zona de la meseta que no estaba extensamente poblada y de la que no hay noticia de ningún centro de difusión de la cultura. Se emplean distintos niveles del lenguaje y hay un determinado número de textos con el nivel de adecuación de la lengua escrita muy elevado. Son, por tanto, un índice de la penetración de un cierto grado de cultura. El verdadero problema consiste en la pregunta: ¿cuál era la lengua hablada comúnmente? No existen, lógicamente, testimonios de la lengua hablada, sino sólo textos escritos. Una cuestión es hasta qué punto pueden servir los textos excritos para reconstruir la lengua hablada y otra es cuál era el grado de comprensión que tenía un oyente cuando escuchaba textos redactados en un estilo elevado. El único modo posible en esta época era la lectura de voz alta, lo que se llama audición del texto y en la que se producía inevitablemente una interferencia entre la lengua escrita y la oral.
El latín que se presenta en los textos escritos es un latín muy homogéneo pero que comienza a cargarse poco a poco de localismos, solecismos e innovaciones. Hay que tener en cuenta el Renacimiento isidoriano que significa un retardo en las tendencias evolutivas de este latín escrito. A pesar de esto se produce un cambio más transcendete: “se acepta el principio de lengua literaria compósita por combinación de elementos antiguos y escolásticos con influencias bíblicas y creaciones cristianas de nuevo cuño, junto con estilizaciones más o menos habilidosas de expresiones populares.“ Es un latín que todavía no ha sido sometido a los grandes cambios de orden fonético y morfológico, no obstante, éstos están iniciándose.
Los rasgos del latín tardío hispano de la España visigoda El latín de España visigoda se caracteriza por su corrección y su carácter conservador. Los rasgos que lo diferencian respecto a la lengua antigua son tendencias generales de la lengua latina o de tipo panromance hasta el siglo VII. a)En el campo del vocalismo destacan:
-El surgimiento de la diptongación de ĕ y ŏ tónicas: valente(m)> ualiente, currente(m)> curriente, patentibus> parientibus. “Estas vocales [...] se bimatizaron, cerrándose en su momento inicial, sonaron, pues, ẹẻ, ọỏ, y extremada la disimilación entre los dos elementos resultantes, nacieron los diptongos ie, ia para ĕ, y uo, ue, ua para ŏ. Alternaban sierra y siarra, buono, bueno y buano.“ Este hecho se había producido en el siglo VII en Toledo (en las pizarras de este siglo se encuentran grafías sul(idus) y resuna, que han sido interpretadas como reflejo de esta diptongación: sueldos cast. siete -La no diptongación de ĕ y ŏ tónicas cuando van seguidas de yod en castellano: pŏdĭu> poyo, ŏc(ŭ)lu> ojo, sĕdĕat> sea; frente a otros dialectos donde el leonés y aragonés formaron el diptongo a pesar de la presencia de la yod (pueyo, güeyo, güeľo, sieya, moz, ueľo) y en catalán sólo se ha dado el paso de ĕ y ŏ tónicas al diptongo únicamente ante la yod> ié, ué con la reducción posterior> i, u (lat. vg. fŏlĭa> *fueľa> fulla, lat. vg. lĕctu> *llieito> llit -La presencia de cierta inestabilidad en el vocalismo de igualación de ŭ y ō como en tegolas, fibola, religi, tonica o indo. -La evolución de vocales en hiato como casios (caseos) y abias (habeas). -El mantenimiento de diptongos au, ai en Bética, Toledo, Valencia, Lusitania y Gallaecia, frente a la Tarraconense, que los comienza a reducir en o, e: auru> oro, carraria> carraira> carrera. -El paso del diptongo eu a eo, o: Teudulfus> Todulfus -La aparición de la i protética ante s+consonante en el siglo VII (iscripsi, ispe, ispendimus, isperabi, istare, supraiscriptis...) que luego pasa a ser e de mediados del VIII (escetrum). También se da escritura inversa Estephani/Istephani -El apócope de -e final en algunos casos: quare> car b)En el campo del consonantismo cabe señalar:
-La sonorización de las sordas intervocálicas y el proceso avanzado de la pérdida de las sonoras (/v/ y /d/ intervocálicas): pontificatus> pontiuicatus, ec(c)lesiae> eglesie, profana> prouana; Fidelius> Fielius; y la simplificación de geminadas: consummat> consuma -El proceso de la palatalización y la asibilación de los grupos CY, TY y DY(precedido de consonante) hacia la misma pronunciación dento-alveolar: calcĕa> caltsa, potione> potsone, vĭrdĭa> bertsa (el resultado de asibilante de dy es conocido en grafías z en época visigótica: diabolus> zabolus, o las grafías inversas baptidio por ‘baptizo‘ y exorcidio por ‘exorcizo‘ ). La evolución de c ante e,i estaba más retrasada y su palatalización no so había consumido en el siglo VI, pues alcanzó a muchos nombres propios visigodos (por eso no tienen hoy prounciación velar, sino dental o interdental, los toponimios portugueses Cintães, Sintião ( ŏclum> oľo, ueľo, aurĭcŭla> oricla> oreľa, vĕtŭlum> veclum> veľo, vieľo. -El grupo velar+dental -CT- se escribía como t reflejando imperfectamente la relajación de la /k/ implosiva en [χ] o su ulterior paso a [ĭ] semivocal, porque siglos más tarde los mozárabes decían [noχte] y [noĭte] o [nweĭe]. Se encontraba astritas por A(D)SCRITAS, deletacio(n)es, (d)eletatum, expationis, frautifers, protitionem, (s)antionis. -Las confusiones gráficas de b por v y v por b: Bitorius, bicini . -La geminación de la l inicial y su palatalización posterior: lupu, luna> leon. llobu, lluna, cat. llop, lluna, cast. lobo, luna; lingua> leon. llengua, llingua, cat. llengua, moz. yengua, cast. lengua. -La conservación del grupo -mb-: palŭmba> palomba que después se empieza a reducir en la Tarraconense en -m-: colŭmba> cat. coloma. -La palatalización de -NY-, GN, NG> ň: vinea> viňa, ligna> leňa, longe> lueňe
c)En el campo morfológico: -el neutro se asimila al masculino -los plurales se entienden y funcionan como singulares femeninos y se mantiene la oposición singular / plural -los casos presentan en el siglo VII una situación confusa, generalmente se usan -as, -os, -es para todas las funciones de plural -se había producido una reducción de las cinco declinaciones a tres -el uso de los superlativos es productivo -la presencia del doblete magis/plus -el sistema deíctico se reconstruye con iste, ipse, ille -la presencia en las pizarras del artículo -el relativo tiende a unas únicas formas que/qui -los pronombres con grafía mici/michi como efecto de la escuela para evitar la contracción
-la tendencia a la simplificación de las conjugaciones -el uso creciente de presente por futuro -el uso de fui como perfecto del verbo ire -el uso del presente durativo formado por participio más verbo auxiliar: sit ueniens por ueniat -la perífrasis sustituye a la voz pasiva -el uso en formas activas de los antiguos verbos deponentes -el desarrollo de nuevos usos y formas de las preposiciones que se usan a veces como adverbios -el nuevo empleo o nuevas formas de las conjunciones
-cada vez mayor extensión del acusativo -la creciente aparición del acusativo absoluto -la presencia del acusativo en función de sujeto Los elementos germánicos en español En la época de las invasiones pasaron muchas palabras germánicas al latín vulgar dado por el contacto directo de los dos mundos: romano y germánico. -eran, ante todo, voces provenientes del mundo de guerra: el latín b e l l u m fue sustituido por w e r r a> cast. guerra, w a r d ó n> cast. guardar, r a u b ó n> cast. robar, w a r n j a n> cast. guarnir, guarnecer, h e l m> cat. yelmo ‘casco‘, d a r d> cast. dardo, cast. albergue cast. guarecerse, *s t r e u p> cast. estribo, *s p a u r a o s p o r o> cast. espuela, espolón, *f a l w> *f a l v a r i u s> cast. overo -al vestido germánico pertenecen h ǒ s a ‘calzón corto‘> cast. ant. huesa ‘bota alta‘; f a l d a ‘pliegue, regazo de la falda‘> cast. falda, halda; c o f e a> cast. cofia -las tareas del campo quedan representadas por el verbo *w a i d a n j a n ‘apacentar, cultivar la tierra‘> cast. ganar -s a l ‘espacio abierto donde recibía el señor‘> cast. sala; el suevo *l a u b j o ‘enramada‘> gall. lobio ‘parral bajo‘ o> fr. loge ‘galería‘ (> it. loggia> cast. lonja); b a s t j a n ‘entretejer‘> cast. ant. bastir ‘construir, preparar, disponer‘ -en el campo de música: h a r p a> cast. farpa, arpa -en el derecho: b a n ‘proscripción, prohibición‘> lat. mediev. bannum> cast. bando, el bandido
-la posesión de bienes: a l ô d> lat. mediev. a l o d i u m> cast. alodio; *f ë h u ‘ganado‘> lat. mediev. f e v u m> fr. fief y> f e u d u m> cast. feudo -en la diplomacia: h a r i w a l d> cast. heraldo, faraute; a n d b a h t i ‘cargo, servicio‘> cast. embajada; t r i g g w a ‘alianza‘> cast. tregua -en el mundo afectivo: o r g ô l i> cast. orgullo; h a u n i t h a ‘burla, mofa‘> fr. honte, prov. anta, onta> cast. ant. onta, fonta; s k e r n j a n ‘burlarse‘> prov. escarnir> cast. ant. escarnir, escarnecer; h a r d j a n ‘atreverse‘> prov. adit> cast. ant. ardido, fardido; m a r r j a n> *m a r r i r e y *e x m a r r i r e> cast. ant. desmarrido ‘triste‘; m a g a n ‘tener fuerza‘> *e x m a g a r e> cast. ant. desmayar (en el sentido del desfallecimiento físico) De adjetivos han pasado al castellono: r i k s ‘poderoso‘> cast. rico, f r i s k ‘reciente, lozano‘> cast. fresco, b l a n k ‘brillante‘> fr. blondo y gris> cast. blanco; w i s a ‘manera‘> cast. guisar, guisa (guisa se empleaba en el castellano de los siglos XII y XIII para la formación de adverbios compuestos: fiera guisa ‘fieramente‘) Traducciones parciales o completas de palabras germánicas al latín: el prefijo g a - de g a - r e d a n ‘cuidar‘ fue reemplazado por los equivalentes latinos c u m - o a d -> *c o n r e d a r e y *a d r e d a r e> cast. conrear, arrear; el calco c o m p a n i o huesa; f a l d a, h e l m, c o m p a n i o, w a r d ô n, w i s a. La estancia de alas estirpes bárbaras dejó huella en topónimos: Villalán (Valladolid), Puerto del Alano (Huesca), Bandaliés (Huesca), Campdevánol (Gerona), *[P o r t u W] a n d a l u> *gr. [P o r t u] a n d a l u s i u> ar. Al-Andalus> cast. Andalucía; el pueblo suevo dejó su nombre en varios Suevos y Suegos en Galicia y Puerto Sueve en Asturias; el de los godos: Godos, Revillagodos, Gudillos, Godojos, Godones, Gudín, Gudino, Goda. El elemento visigodo en español La lengua visigoda no ha influido en la fonética del castellano y las palabras góticas adaptaron sonidos más próximos al latín vulgar hispánico. Sólo se conserva el sufijo -i n g> -engo en la morfología: realengo, abolengo, abadengo. -de las palabras visigóticas sobrevivieron sólo las latinizadas.
Resalta la ausencia de términos jurídicos y nombres de cargos palaciegos, se consevan sólo: el verbo lastar ‘sufrir o abonar por otro‘ (
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