Según Dante, "los escritos se pueden entender y se deben exponer principalmente en cuatro sentidos.
Llámese el primero literal y es este aquel que no avanza más allá de la letra de las palabras, convencionales (...) el segundo se llama alegórico y este es el que se esconde bajo el manto de esas fábulas y consiste en una verdad oculta bajo un bello engaño (...) El tercer sentido se llama moral y este es el que los lectores deben atentamente descubrir en los escritos, para utilidad suya y de sus discípulos (...) El cuarto sentido se llama anagógico, es decir, sentido superior y se tiene cuando se expone espiritualmente un escrito el cual (...) significa realidades sublimes de la gloria eterna".. (Dante:1965, p. 588).
Se nos aclara, a la luz de esta concepción el porqué, tras describir un prado, Berceo añade una observación que para el lector actual resulta difícil de entender:
Sennores e amigos, lo que dicho avemos,
palabra es oscura, exponerla queremos:
tolgamos la corteza al meollo entremos
prendamos lo de dentro, lo de fuera dessemos
(Berceo: 1952, 16, p. 5),
y a continuación nos entrega el verdadero sentido de la descripción. ¿Acaso no es esta la tesis sustentada por el Arcipreste a través de todo el Libro? Consecuente con el principio que exige que el hombre descubra los valores y los bienes tal cual los encuentra realizados en la naturaleza, porque "tanto el Universo como la Escritura están llenos de formas atractivas cuya belleza es el signo de una Belleza invisible y perfecta que los hizo para elevarnos a ella: estas formas son los símbolos" (De Bruyne: 1946, p. 360), el Arcipreste observa y analiza su entorno. Lo lee y nos enseña a leer el mensaje cifrado. La sabiduría del hombre se manifiesta en esta capacidad de entender ese mensaje que encierra la creación toda y es poeta en la medida en que encuentre una forma bella para encantar al oyente y llevar a su memoria ese Bien y Belleza primera.
3. ORDO MUNDI. Para la cosmovisión medieval es verdad fundamental que la humanidad, creada en Adán por Dios, cayó con éste y se destruyó el orden divino, que era armonía, equilibrio de amor; descentrado ese orden, la naturaleza humana se hizo proclive al pecado. La redención de Cristo, Hombre y Dios, habría restablecido el orden primero, pero es cada hombre responsable de volver a restablecer en sí y en su medio el equilibrio primigenio de la creación: "Dios tuvo a bien hacer residir en él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col., 15-20). Es en este contexto ideológico en donde debemos considerar la tan controvertida unidad del Libro de Buen Amor, en cuanto cosmovisión en la que se reconstruye el mundo como un todo centrado en el hombre polarizado entre un cuerpo que obedece el orden natural, instaurado en Adán y un espíritu imbricado en el orden sobrenatural, redimido en Cristo. Dios da a cada hombre entendimiento, voluntad y memoria para que asuma y se responsabilice de su actuar en el mundo, según dice Juan Ruiz en su Prólogo en prosa (Juan Ruiz: 1967, pp. 73-79).
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Literatura española medieval
Dátum pridania: | 06.09.2005 | Oznámkuj: | 12345 |
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Priemerná známka: | 2.97 | Rýchle čítanie: | 23m 20s |
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