A raíz de la muerte de Teodosio, los germanos consideraron invalidado el acuerdo y, con Alarico a la cabeza, empezaron las depredaciones a la península balcánica. Sus correrías fueron cada vez más agresivas y lentamente fueron ocupando los provincias romanas. En el 405 empezó la gran invasión. Nada impidió que los pueblos germánicos se apoderaran del Imperio.
Desde el 476 al 774 se sucedieron las invasiones bárbaras: los hérulos (476-493), a las órdenes de Odoacro depusieron al emperador Rómulo Augustulo; los lombardos (568), bajo las órdenes del Rey Alboíno, que se radicó en Pavía, haciéndola capital de su reino, en larga y enconada lucha, mantuvieron el dominio en gran parte de Italia hasta el año 774. Los suevos ocuparon Florencia, los burgundios invadieron la Provenza; alanos, vándalos se instalaron en Galia e ingresaron a la península ibérica hasta llegar a África. Anglos, jutos y sajones cruzan el Mar del Norte y crearon en Bretaña reinos independientes.
Intentando restablecer una precaria unidad, Bizancio pidió ayuda a los ostrogodos (493-553) y su rey Teodorico, investido como representante del poder imperial bizantino derrotó a Odoacro que se había declarado Señor de Italia y, a su vez, instauró un efímero reino ostrogodo.
Por su parte, Clovis, rey de los francos reinó sobre Galia septentrional: valle del Loira, del Sena y del bajo Rin, en tanto que los burgundios establecían su reino en el valle del Ródano. El merovingio Clodoveo (481-511) logró extender el dominio franco a toda la Galia. En la Navidad del 496 se convierte con todos los suyos, al catolicismo. Es la razón por la que Francia ha sido considerada hija primogénita de la Iglesia.
Con autorización de Roma, los visigodos se habían establecido al sur del Loira y se les encargó que expulsaran a los invasores de la Península ibérica, lo que implicó la formación del reino visigodo que ocupó el sur de Francia y la Península ibérica.
Fue así como en la Romania occidental, a raíz de la fragmentación de la unidad político administrativa de Roma, se generaron diferentes reinos germánicos. Estos pueblos invasores introdujeron nuevos elementos étnicos y culturales al mundo latino y, aunque trataron de constituir monarquías conforme la tradición romana, en realidad no tuvieron ni fuerza ni peso, lo que generó una gran inestabilidad político administrativa y una constante lucha por el poder. Sus reyes carentes de una sólida formación valórica y cultural y de la tradición imperial latina fueron fácilmente destronados, por traición de los hombres de confianza.
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