Las fuentes para la reflexión eran relativamente escasas, pero de gran profundidad y amplitud: En primer lugar un libro que todos debían aprender a leer y a interpretar, la Naturaleza, escrito directamente por Dios y que enseña las leyes divinas; en segundo lugar, otro libro, también escrito por Dios a través de los siglos: la Biblia; en tercer lugar, la Tradición contenida en los escritos de los santos Padres de la Iglesia que supieron cristia-nizar el pensamiento antiguo, especialmente el de Aristóteles y el de Platón.
Se llama Padres de la Iglesia a los escritores que en los primeros siglos del cristia-nismo, expusieron la enseñanza de Cristo, confrontándola muchas veces con su propia formación grecolatina. Sus escritos conforman la Patrología en la que por una parte, trasmitieron gran parte del pensamiento antiguo y por otra plantearon problemas para la reflexión filosófica y metafísica medieval.
El más conocido es San Agustín (354-430), el brillante retórico latino, maniqueo y buen gozador de la vida en su juventud; se dejó conquistar por el neoplatonismo cristiano y llegó, en el 396, a ser obispo de Hipona hasta su muerte.
Su conversión en cristiano, monje y obispo no le significó desconocer ni olvidar los valores culturales a los que, en gran medida había consagrado su vida: en sus escritos se combinan armónicamente cristianizadas la elocuencia y la sabiduría grecolatinas. Su obra, vastamente conocida en la Edad Media, es para nosotros una muestra enciclopédica de la cultura cristiana de su época. En su vasta obra se destacan, por la influencia que ejercieron y ejercen: Confesiones, Acerca de la Trinidad, La Ciudad de Dios y sus Comentarios sobre los Salmos y el Evangelio de San Juan.
A su nombre debemos agrega otros: San Jerónimo (347-420), S. Gregorio Magno (540-604) y los escritores eclesiásticos como Boecio (h. 470-525), Casiodoro (muerto hacia el 570), San Isidoro de Sevilla (muerto el 636), Beda el Venerable (673-735) y en último término autores profanos como Virgilio, Lucano, Ovidio, los escritos lógicos de Aristóteles.
En la actividad intelectual de unos y otros advertimos diferentes formas culturales que conciben de manera muy disímil el trabajo del espíritu. En los más antiguos el conocimiento se elabora en la soledad y en el silencio de la celda o del claustro, en un silencioso razonamiento consigo mismo que permite escuchar la voz del maestro interno; en los pensadores posteriores, enfrentados en las escuelas, especialmente en la univer-sidades, a alumnos que desean, a través de la discusión agotar una verdad, la exposición del pensamiento se transforma muchas veces en una defensa dialéctica, que, a menudo, puede llegar a resultar escandalosa, como sucederá con Abelardo.
4.8 ARTE MEDIEVAL
Al hablar del arte medieval, necesariamente debemos referirnos en primer lugar a la catedral, por cuanto toda creación tendrá como motivo central a Dios y su culto.
Zaujímavosti o referátoch
Ďaľšie referáty z kategórie