En la construcción de la planta y en la zona inferior de la cabecera existió una clara intencio-nalidad política, que buscaba manifestar con una expresión original y contundente la primacía del poder real frente al clero cluniacense y a la nobleza feudal.
Este arte, durante mucho tiempo se ha definido, considerando sólo la utilización del arco al que suele llamarse ojival. En verdad nos enfrentamos con una nueva concepción del arte y sobre todo con una nueva concepción del mundo. Definir un espacio que acerque vivencialmente a los fieles a los valores religiosos y simbólicos fue la motivación que conformó el nuevo espacio gótico. Se buscó llenar la catedral de luz física, no figurada en pinturas y mosaicos, luz general y difusa, transfigurada y coloreada mediante el juego de los vitrales, que trasforman el espacio en irreal y simbólico. La luz para ellos se presenta como el elemento más noble, el menos material, una aproximación a la forma pura, y, en ese sentido, la sublimación de la divinidad. El arquitecto gótico organizó una estructura que le permitió, mediante una sabia utilización de la técnica, emplear una luz transfigurada que provoca sensaciones de elevación e ingravidez.
La catedral ha quedado identificada con el espacio del templo gótico, donde se produjo, podríamos decir alquímicamente la desmaterialización de la materia para manifestar el presentimiento humano del mundo sobrenatural. En el interior, los grandes espacios definidos (tanto en altura como en anchura) de las naves centrales y laterales, así como los techos abovedada que cubrían estos espacios, se consigue técnicamente enviando los grandes empujes de estas bóvedas hacia el exterior mediante arbotantes y contrafuertes, dejando, sorprendentemente, libres de elementos de sostén los muros de las naves, que pueden ser horadados con grandes ventanales. Elementos como los arcos apuntados, las bóvedas de crucería, los arbotantes reforzados con pináculos o los contrafuertes, conocidos y utilizados ya en la arquitectura, ahora son empleados conjuntamente para definir un espacio de elevación e ingravidez, simbólico y transfigurado mediante la luz coloreada.
Los empujes producidos por el peso de la bóveda se envían al exterior mediante la concentración de haces de columnillas en los pilares, que dejan libre el paramento e incluso permiten su adelgazamiento, siendo sustituido por grandes ventanales con vitrales para acrecentar el sentido ascendente de la arquitectura.
La belleza y la intención del espacio gótico no puede entenderse sin la luz, elemento que lo condiciona todo. Los vitrales adquieren extraordinaria importancia: tamizan y frag-mentan la luz que penetra en el espacio a través de colores diferentes creando una atmós-fera irreal.
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