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USOS: COSTUMBRES Y CREENCIAS DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL

5.1 EL VIAJE Y LA AVENTURA
El único modo de viajar durante la Edad Media era a pie, a caballo o mula o en carruaje tirado por animales y por mar, en barco. ¿Cómo veían los medievales los viajes? Se trataba de una sociedad sedentaria, sin embargo grandes motivos los podían impulsar, en tiempos de paz, a emprender el viaje: curiosidad por lo desconocido, necesidad de mayores conocimientos, deseos de aventuras o afán de enriquecerse.. o todo ello junto, como sucedió a un rey que amaba aventurarse a lo desconocido, según nos relata el Libro del Rey Apolonia.

1. En el nombre de Dios e de Santa María,
Si ellos me guiassen estudïar querría,
Conponer hun romance de nueua maestría,
Del buen rey Apolonio, e de su cortesía En el nombre de Dios y de Santa María
Si ellos me guiasen, estudiar querría,
componer un romance de nueva maestría
sobre el buen rey Apolonio y su cortesía.
2. El rey Apolonio, de Tiro natural,
que por las aventuras visco grand temporal,
Commo perdió la fija e la muger capdal,
Como las cobró amas, ca les fue muy leyal.
[...] El rey Apolonio, de Tiro natural,
que por las aventura vivió gran temporal
Como perdió a su hija y a su mujer principal.
Como recobró a ambas, pues fue muy leal.

643. Mando llegar sus pueblos en Tiro la cibdat.
Lego sse hi mucho buen omne e mucha riqua potestat.
Conto les ssu ffazienda, por qual necessitat
Auia tanto tardado, como era uerdat. Reunir - ciudad
644. Peso les con las cuitas por que auia passado,
Que por mar e por tierra tanto auie lazdrado;
Mas de tan bien era de todo escapado
non daua ninguna cosa por todo lo passado. lacerado, sufrido
645. "Sennyor dixeron todos, mucho as perdido,
Buscando auenturas mucho mal as ssofrido.
Pero todo deuemos echarlo en olvido,
Ca eres en grant gracia e gran prez caydo". [...]
648. "Por tu ventura buena asaz auies andado,
Por tierra agenas assaz auies lazdrado;
Desque as tu cosa puesta en buen estado,
Senyor, desaquí deues ffolgar assegurado."
bastante habéis

desde ahora debes gozar
649. Repondio les el rey: "Tengo uos lo en grado.
Tengo me por uos muy bien aconsseiado.
Por uerdat uos dezir, ssiento me muy canssado.
Desaquí adelante lograr quiero lo que tengo ganado. En verdad os digo me siento
De ahora en adelante gozar
650. Fincó el omne bueno mientre le dio Dios uida,
Visco con su muger vida dulce e sabrida;
Quando por hir desde ssieglo la hora fue venida
Fino como buen rey en buena fin conplida.
Se quedó - mientras
Vivió - buena, sabrosa

Murió - cumplida, perfecta
El hombre medieval disfrutaba escuchando relatos de viajes. Hubo un gran viajero descendiente de una familia de comerciantes, el veneciano Marco Polo (1254-1324) que, en compañía de su padre Niccoló y de su tío Matteo, en 1271, tras atravesar Armenia y Tabriz llegaron a Ormuz, en el golfo pérsico. Cruzaron Persia y el desierto de Gobi. En 1275 llegaron a Pekín. Qubilay kan tomó bajo su protección a los venecianos y durante 16 años Marco Polo gobernó Yang-Cheu. En 1291, tras haber reunido gran riqueza, retornaron a Venecia. Existía una profunda rivalidad entre las familias comerciantes de Génova y de Venecia que terminó en una guerra naval. Marco Polo, en las crónicas aparece citado como "caballero comandante" de una galera. Fue capturado y en su prisión en Génova, dictó, en 1298, al escritor Rustichello sus memorias que se conocen con diversos nombres: El libro de Marco Polo, El descubrimiento del mundo, El libro de las maravillas del mundo, El libro de las maravillas de Asia.

"Polo fue el primer viajero que describió los peligrosos desiertos de Persia, el primero que visitó las corrientes saturadas de jade de Khotan, que desde entonces sólo han sido contempladas por un hombre de nuestra raza, Sven Hedin. Marco Polo fue también el primer viajero que describió correctamente la vida de los pueblos de China, Tibet, Birmania, Siam, Ceilán, India, y de los cientos de lugares que visitó o de los que oyó hablar. Nos proporcionó los primeros indicios de la existencia de las oscuras tierras siberianas, de Zanzíbar y sus razas negras y su blanco marfil, del país cristiano de Abisinia y de los pueblos caníbales de Sumatra. Nos señaló hacia el norte el océano Artico con sus osos blancos, sus trineos tirados por perros y sus renos, y también señaló hacia el sur y nos habló del clima caluroso de la India, de sus minas de diamantes, de sus lechos de perlas y de sus extraños mitos. Describió la corte de Kublai Kan y la organización del ejército mogol que estuvo peligrosamente a punto de conquistar el mundo entero; y también describió extraños pájaros y animales desconocidos en su patria, y templos cubiertos por techumbres de oro, y costumbres curiosas, visiones extrañas, leyendas históricas y alegóricas y muchas, muchas otras cosas."

5.2 PEREGRINACIONES
En muchas culturas primitivas, la peregrinación está concebida como una actividad necesaria para el creyente. La peregrinación es una separación no sólo de la familia, de la tierra, sino también de los usos y costumbres rutinarios.
Es la posibilidad de conocer y compartir con otros, pero sobre todo implica asumirse como peregrino en la tierra, en camino hacia el lugar santo donde reside la salud, la salvación. Es una ampliación de horizontes.
Generalmente el santuario hacia donde se dirigía el peregrino, era un lugar marcado por la tradición y señalado por un hito significativo: el árbol, el dolmen, el templo, la ciudad. En el bosque céltico es un calvero, o es un círculo mágico marcado por piedras; para el hindú, un río, el Ganges; para el antiguo egipcio, es una ciudad: Tebas, Luxor, Karnak; para el griego un santuario Delos, Delfos; para el musulmán, La Meca; para el cristiano medieval, Jerusalén, lugar compartido con muusulmanes y judíos; y para aquellos que no podían ir tan lejos, algunos santuarios locales: Canterbury, donde está el sepulcro de Santo Tomas Becket, Santiago de Compostela, donde se encuentran los restos mortales del apóstol Santiago;

Roma, sede del fundador de la Iglesia y donde yacen sus restos, San Pedro.
Tan importante como el lugar es el camino que lleva a ese lugar. Y si no lo diga en nuestros días el cristiano que, sin saberlo, peregrina hasta un calvario siguiendo el Vía Cruci, el Camino de la Cruz. No olvidemos que el camino es un símbolo de carácter universal: en la historia no sólo recordamos la Vía Apia romana, entre nosotros aun quedan rastros del Camino de los Incas. En la Edad Media hubo un camino que atrajo a España a numerosos peregrinos, el Camino de Santiago de Compostela o camino francés que conducía a ese mítico santuario hispano tan cargado de tradición mágica hasta nuestros días.
En el Libro de BuenAmor encontramos una buena descripción del atuendo de doña Cuaresma cuando decide huir de don Carnal, disfrazada de peregrino. Justamente, al huir, se dirige hacia Roncesvalles para iniciar el viaje del peregrino a Santiago de Compostela. Si observas su traje es similar al que suele colocársele al propio apóstol Santiago en sus representaciones plásticas.
1202 - "Por ende doña Quaresma de flaca complisión
Recelos' de la lyd o muerte o gran presión:
De ir a Jerusalén fecho ha su promisión:
Para pasar la mar puso muy grand missión.
[...]
1205 - El Viernes de indulgencias vestió una esclavina,
grand sombrero redondo, mucha concha marina,
bordón lleno de imágenes, en él la palma fina,
esportilla e cuentas para rezar aína;
1206 - los zapatos redondos e bien sobresolados;
echó un grand dobler sobre los sus costados,
gallofas e bodigos lieva í condesados:
destas cosas romeros andan aparejados;
1207 - deyuso del sobaco va la mijor alfaja:
calabaza bermeja más que pico de graja;
bien cabe su azumbre y más una miaja:
non andan los romeros sin aquesta sufraja;


1208 - estaba demudada desta guisa que vedes.
El sábado por noche saltó por las paredes;
Diz: "Vos que me guardades creo que no m' tomedes,
Ca todo pardal viejo no s'toma en todas redes".
1209 - Salió mucho aína de todas esas calles;
diz: "Tú, Carnal soberbio, meto que non me falles."
Luego aquessa noche llegó a Roncesvalles.
¡Vaya! E Dios la guíe por montes e por valles. 5.3 LAS CRUZADAS
Con este término se designa a las expediciones que durante la Edad Media convo-caron algunos Papas a fin de reconquistar las tierras donde había vivido y muerto Jesús y de las cuales se habían apoderado los turcos selyúcidas, arrebatándoselas a los bizantinos, a partir del año 1071.

En el año 1074 se apoderaron de Jerusalén e impidieron a los peregrinos la visita a los Lugares Santos. Se inició un ambiente de intolerancia conforme lo testimoniaban algunos peregrinos que lograban retornar de Tierra Santa, como Pedro el Ermitaño. Esta situación motivó al Papa Urbano II en el Concilio de Clermont a proponer que los príncipes y caba-lleros de occidente se unieran para reconquistar los santos lugares. Roberto de Normandía, Godofredo de Bouillon, Balduino de Flandes, Raimundo de Toulouse, entre otros nobles, atraídos además por la posibilidad de conquistar señoríos propios, se aprestaron a partir en esta Primera Cruzada. El 15 de julio de 1099 se apo-deraron de Jerusalén. Distribuyeron los territorio conquistados, constituyendo señoríos y feudos. El más importante fue el reino de Jerusalén que se asignó a Godofredo de Bouillon con el título de "Protector del Santo Sepulcro". A su muerte le sucedió su hermano Balduino con el título de Rey. Hasta 1187 se mantuvo este reino en poder de los cristianos.

Los turcos intentaron recuperar el territorio reconquistado y hacia 1144 lanzaron campañas ofensivas contra algunos de estos pequeños reinos y sobre todo, contra Jerusalén lo que motivó que San Bernardo de Claraval, abad del monasterio benedictino de Clairvaux, incitara a través de sus prédicas a organizar una Segunda Cruzada (1147-1149). El Emperador de Alemania Conrado III y el Rey de Francia Luis VII la dirigieron, sin lograr unidad entre ellos, lo que debilitó las fuerzas cristianas, situación muy bien aprovechada por los musulmanes. En 1187, el temible y audaz sultán Saladino derrotó al rey de Jerusalén, Guido de Lusignan cerca del lago Tiberíades y se apoderó de Jerusalén. Surgió entonces la Tercera Cruzada (1188-1192) como una empresa común de toda la cristiandad contra el Islam. La dirigió el emperador Federico I Barbarroja y en ella participaron también el rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León y Felipe II de Francia.
Tras la muerte del emperador alemán, el rey francés retornó a su patria y Ricardo Corazón de León concertó una tregua con Saladino que le cedía la franja costera entre Tiro y Jaffa y la autorización para que los peregrinos cristianos pudieran con libertad, llegar hasta los lugares santos. Occidente consideró este acuerdo como una claudicación del rey inglés y una derrota moral de los cruzados.

Inocencio III, aprovechando las luchas intestinas entre los hijos de Saladino, incitó a una Cuarta Cruzada (1202-1204) cuyo objetivo era la toma de Egipto. Por intereses económicos y comerciales de la república de Venecia, se desvió el intento primero y sólo conquistaron Constantinopla donde instauraron el Imperio Latino de Constantinopla (1204-1261), regido por Balduino de Flandes. En el año 126l, el jefe de la casa imperial griega, Miguel Paleólogo, con la ayuda de Génova, acabó con este Imperio Latino.

Inocencio III convocó a la Quinta Cruzada (1219-1221), que fue organizada por Honorio III. En ella participaron el rey de Hungría, el archiduque de Austria y el rey de Chipre, tampoco lograron mayor éxito. El emperador alemán Federico II organizó la Sexta Cruzada (1228-1229). Condujo su ejército hasta san Juan de Acre y logró firmar una tregua de diez años con el sultán de Egipto, Malek-el-Kumel y la restitución de Jerusalén, Belén y Nazaret, con la condición de respetar los templos musulmanes.

En 1244, el sultán derrotó a los cristianos en Gaza y volvió a apoderarse de Jerusalén, motivando la organización de la Séptima Cruzada (1258-1254) en la que sólo aceptó participar el rey de Francia Luis IX, el Santo. Gran derrota que significó prisión para el propio rey y su ejército. Tras pagar elevado rescate, regresó a Francia donde organizó una Octava Cruzada, la última. en el año 1270. Se dirigió a Túnez para reconvertir a sus habitantes al cristianismo primitivo. Una epidemia de peste diezmó al ejército. Murió también San Luis, el rey.

5.4 LAS ÓRDENES RELIGIOSO - MILITARES
Íntimamente relacionado con las Cruzadas está el origen de las órdenes caballe-rescas religioso-militares. Entre los cortesanos y la nobleza se infunde prontamente el espíritu caballeresco, fuertemente enraizado en las creencias religiosas. Podríamos afirmar que el arcángel San Miguel, en su lucha caballeresca contra los ángeles perversos, es el arquetipo del caballero y se concibe la caballería como una auténtica milicia terrena parangonable con la milicia celestial.

Con semejante modelo, al que debemos agregar la figura, también caballeresca de San Jorge, el vencedor del dragón, no es de extrañar que los caballeros se formasen en el honor y el sacrificio que les permitirían superar sus miedos, defectos y carencias.
Tal como sucedía en las cofradías de artesanos, se iban pasando etapas: de paje a aprendiz, luego a escudero y finalmente, tras cumplir con la vela de armas, su señor lo nombraba caballero, al servicio de la cristiandad, de su rey y de su dama.

La necesidad de reconquistar y defender los Santos Lugares y a la vez, proteger a los peregrinos que se dirigían a ellos, motivaron la creación de instituciones que reunían características militares y religiosas. Dependían directamente de la Santa Sede; pronun-ciaban el voto de guerrear constantemente contra los enemigos de la religión cristiana, además de los que comprometía a cualquiera de los religiosos que ingresaban a algunas de las grandes órdenes religiosas existentes. Por esta razón, se adscribieron, con la aprobación pontificia y la de los reyes pertinentes, a Reglas como la de San Agustín o la benedictina del Císter. Se les llamó Cruzados, porque los caballeros llevaban una gran cruz de tela roja sobrepuesta o bordada en la túnica y en el manto. Se regían por un Consejo cuyo jefe supremo era el Gran Maestre.

Templarios, Caballeros del Hospital -posteriormente de Malta-, del Santo Sepulcro, de los Lazaristas y de los Caballeros Teutónicos fueron las órdenes al servicio de los peregrinos y los encargados de velar por los Lugares Santos.

En España, además de las mencionadas, surgieron las Órdenes Militares de Santiago, de Calatrava, Alcántara y Montesa que en más de una ocasión mencionaremos en relación con la literatura.

5.5 CABALLEROS Y LIBROS DE CABALLERÍAS
No sólo existieron estas órdenes de Caballería. Surgió una abundante e interesante literatura en torno al tema de la Caballería. Algunos escritos teorizaban acerca del hacer caballeresco y dictaban una verdadera preceptiva al respecto. No podemos dejar de recordar El Libro de la Orden de Caballería de Raimundo Lulio, compuesto, probablemente hacia 1275 y que, en su introducción, servirá de modelo a una de las más famosas novelas de caballería hispanas, Tirante el Blanco del caballero valenciano Juan Martorell y conti-nuado, a la muerte de éste, por mosén Martín de Galba, obra impresa en Valencia en 1490.

Empieza Raimundo Lulio en el prólogo relacionando su Libro con los planetas: "Por la significación de los siete planetas que son cuerpos celestes y gobiernan y ordenan los cuerpos terrestres, dividimos este Libro de Caballería en siete partes, para demostrar que los caballeros en honor y señorío exceden al pueblo para ordenarlo y defenderlo. La primera parte es el Principio de la Caballería. La segunda es del Oficio del caballero. La tercera es del Examen que se debe hacer al escudero cuando quiere entrar en la Orden de Caballería. La cuarta es del Modo con que debe ser armado el caballero. La quinta es De lo que significan las armas de los caballeros. La sexta es de las Costumbres que debe tener el Caballero. La séptima es del Honor que se debe hacer al caballero".
Históricamente, las Órdenes de Caballería iniciaron su decadencia tras la última Cruzada; pero no terminó allí su influencia, por una parte se mantuvieron como defensores del Mediterráneo y por otra se constituyeron en materia y tema de leyendas y tradiciones que instauraron el mito de la Caballería andante. En España, otro de los más antiguos libros de caballería de este tipo es la Historia del caballero de Dios que avía por nombre Cifar; probablemente de la primera mitad del siglo XIV, revela influencia de la novela bizantina y de la tradición celta. En torno a los míticos reyes Arturo de Inglaterra y Carlomagno de Francia surgen dos órdenes de caballería legendarias: la de los Caballeros de la Mesa Redonda y la de los Doce Pares de Francia.

Según las leyendas célticas medievales, en York, en el siglo V, Artús (Arturo), hijo del rey Uther, por consejo del mago Merlín organizó a los caballeros de su reino en un consejo real, compuesto, en un principio por veinticuatro caballeros, y luego por cincuenta, aunque hay tradiciones que afirman que sólo eran doce, todos compañeros del rey Arturo. Cada caballero, incluido el rey, tenía un lugar predeterminado en una mesa redonda, signo de igualdad y una forma de evitar preferencias. Cuenta la leyenda que estaba confeccionada de mármol y en ella se grabaron los nombre de los caballeros. Entre estos caballeros, se destacaron Galaor, Tristán, Lanzarote y Parsifal. Para celebrar las hazañas realizadas en Bretaña, en Galia, o en busca del Santo Grial, se escribieron numerosos poemas y libros de caballería, que forman el ciclo, denominado bretón o de la Mesa Redonda.

A la tradición de los doce Pares de Francia pertenece la Canción de Roldán; Rolando o Roldán fue uno de los doce pares de Francia, caballero de Carlomagno, rey en torno al cual se tejió tempranamente una romántica leyenda. Hijo de Pipino y de Berta, la de los grandes pies, se le consideró el vencedor del mundo pagano; según cuenta la tradición, arrasó templos y cultos druídicos, envió misioneros para convertir a los infieles. Detuvo el avance del Islam. Era el defensor, por excelencia, de la cristiandad. Fue, en Francia, el héroe más importante. Sus acciones y las de sus caballeros, los doce pares de Francia, Roldán, Oliver, Ogier el Danés, Renaud de Montauban, entre otros, fueron el tema predilecto de las canciones de gesta francesas. Las narraciones, muchas veces míticas de sus hazañas, constituyeron el ciclo carolingio de los relatos caballerescos y los encon-tramos como base de las Novelas de Caballería. En España, a fines de la Edad Media se cantan sus hazañas en romances que todo el pueblo recitaba.

Era habitual que, en los momentos de descanso, si alguien sabía leer, leyeran historias caballerescas como las de Amadís de Gaula, Tirante el Blanco. El clero consideraba nefastas estas historias, por cuanto el pueblo no lograba discernir entre lo falso y lo verdadera y, como le sucedía al ventero de la inmortal obra de Cervantes, creían a pies juntillas que todo cuanto se narraba en ellas había sucedido tal como allí se relataba.

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