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La vieja izquierda latinoamericana

Un proverbio notoriamente conocido dice que “los que no estudian historia, están destinados a repetirla”. Los eventos, tendencias y estrategias que se manifiestan en la América Latina contemporánea ponen este refrán en duda o, por lo menos, lo modifican a “los que estudian historia pueden repetirla sin cometer sus errores”. La historia de la que Suramérica intenta de aprender se denomina hoy en día la vieja izquierda. Su trayectoria evolucionó al neoliberalismo que muy pronto funcionó como una catálisis para el surgimiento de la nueva izquierda latinoamericana (Garavito, Barrett & Chavez, 2005).

La vieja izquierda es un fenómeno que dominaba prácticamente toda la América del Sur desde el año 1959 hasta 1990 y estaba compuesta por una amplia gama de partidos políticos, movimientos sociales y estructuras apolíticas. Concretamente la podemos categorizar en los siguientes cinco grupos esenciales: los partidos comunistas vinculados rigurosamente con la Unión Soviética, los partidos reformistas, la izquierda nacional-popular, las formaciones guerrilleras y las organizaciones sociales de los sindicalistas, campesinos y luchadores por derechos humanos. Los fundamentales rasgos de la época del liderazgo de estos grupos son las ideologías socialistas y marxista-leninistas, militarismo, patriotismo, centralización del poder y de la economía y la creencia en la derrota del imperialismo al lado de la victoria final del proletariado. Con el paso del tiempo se añadieron atributos con un tono mucho más negativo como la desigualdad profunda de la sociedad jerarquizada, discriminación a base del origen étnico, orientación sexual, género, y edad, estagnación y subdesarrollo económico, inflación, corrupción, y un descontento general. Todos estos factores se sumaron con los eventos e influencias exteriores muy potentes, entre otros la caída de la Unión Soviética junto con la Cortina del Hierro, la derrota electoral de la revolución sandinista y el hecho de que Cuba aguantaba las presiones internacionales cada vez con más dificultades (Garavito, Barrett & Chavez, 2005).

Quizás ningún régimen se alejaba de sus ideales y manifiestos teóricos más que el empleado por el régimen comunista. Es solamente natural que un sistema basado en la idea de la “dictadura del proletariado” que en realidad era una dictadura de un grupo vanguardista que no tuvo nada que ver con los pobres u oprimidos sino que estaba compuesto por la elite omnipotente, fuera un sistema disfuncional casi por definición. Sus protagonistas ignoraban la situación nacional e internacional o, aun peor, cambiaban los marcos analíticos y las estadísticas como les convenía convirtiendo “la lucha del proletariado” a una burla del pobretariado. Era un sistema inflexible, corrupto y, sobre todo liderado muchas veces por fanáticos, militares y déspotas.

A principios de los años ’80 el Fondo Monetario Internacional sugirió las reformas neoliberales como una inyección muy necesitada a la economía en un estado de depresión causada entre otros también por la deuda externa enorme y realmente impagable. Este sistema se basaba en privatización bastante extensiva, substancial liberación del comercio e interferencia del estado mínima. Desafortunadamente, todo el espectro de fiascos de la izquierda tradicional fue aumentado y acelerado por el descontento con neoliberalismo que a pesar de la buena intención, empeoró las condiciones en Latinoamérica de tal manera que la situación era insoportable. Este sistema no solo fracasó de resolver los problemas económicos y sociales, sino aumentó el desempleo, profundizó la crisis económica, e incrementó la desorganización del sindicalismo y la desarticulación general de la sociedad (Garavito& Barrett en Garavito, Barrett & Chavez, 2005).

Los problemas de los países latinoamericanos y el malestar social precipitaron los cambios que en este punto eran inevitables. Los partidos políticos fueron obligados a reconstrucciones radicales y en algunos casos eran simplemente intercambiados por partidos y movimientos nuevos bajo el lema “¡que se vayan todos!” dando lugar a un sistema que comúnmente se denomina la nueva izquierda latinoamericana y se pone en efecto en actualmente (Garavito& Barrett en Garavito, Barrett & Chavez, 2005).

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