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Klement
Sobota, 23. novembra 2024
Juan del Encina La égloga de las grandes lluvias
Dátum pridania: 15.05.2004 Oznámkuj: 12345
Autor referátu: fernando
 
Jazyk: Španielčina Počet slov: 1 435
Referát vhodný pre: Stredná odborná škola Počet A4: 4.5
Priemerná známka: 2.95 Rýchle čítanie: 7m 30s
Pomalé čítanie: 11m 15s
 

Sus compañeros le apoyan aunque uno menciona la verdadera razón: la locura (¿cómo un pastor puede aspirar a tal puesto sin ser loco?) y la poca capacidad (es que ni siquiera sabe hablar, ¿cómo podrá cantar en latín o en un romance comprensible para todos?)
2. Podemos admitir también que Juan representa a nuestro autor porque sabemos que realmente aspiraba al puesto de cantor de la ciudad de Salamanca pero que no le fue otorgado por no haber contado con la amistad del consejo que decidió el nombramiento. Así pues nos encontraríamos ante una crítica velada de la injusticia de algunos ciudadanos que tienen poder en la catedral, dicho con otras palabras: se destaca lo injusto que hay en la sociedad, ya que una persona con dotes superiores puede enemistarse con otras mediocres que le envidien.
Aunque la fiesta continúa los personajes no se divierten. Rodrigacho para animar la triste fiesta, propone repartir la fruta traída por Juan. Sin embargo, a Miguellejo le toda un higo podrido y cuando le pide a Juan que se lo cambie, éste se niega y así afirma la irrevocabilidad de la suerte. Más todavía, cuando se ponen a jugar a pares y nones (llamado el juego también del azar), le sucede a Miguellejo algo semejante: pierde y encima pierde las tres castañas apostadas. La triste fiesta termina con la mala ventura.
La trayectoria de la fiesta es, de repente, interrumpida por la aparición de un ángel que les trae la nueva del nacimiento del Salvador. Otro episodio cómico ocurre cuando Juan confunde en saludador (especie de curador ocultista que se dedica a sanar al ganado) con el Salvador, que curará a los hombres del pecado:
JUAN : Cuydo quel saludador
MIGUELLEJO: ¡Que no, sino el Salvador!
Los pastores acogen la nueva y deciden ir a ver al Salvador y a ofrecerle sus humildes regalos. Notamos la postura opuesta: hace un rato estaban dedicándose a las cartas a fin de conseguir un provecho propio para sí mismos, y ahora se adelantan en llevarle a Cristo lo mejor de lo suyo.
JUAN: Cada cual, se le prugiere,
lleve lo más que pudiere
porque mejor le sirvamos.
El espectador se ve obligado a aceptar que no las fiestas engañosas derivadas de las cosas del mundo (se caracterizan por la fugacidad), sino el placer de las cosas celestiales es el verdadero. De tal modo, la triste fiesta mundanal se convierte en una celebración alegre. El que se reunirá con Cristo sentirá el verdadero placer:
JUAN: ¡Gasajémonos con él!
En los cuatro pastores podemos ver también una analogía a los Reyes Magos que en realidad no eran tres sino cuatro. Lo ridículo sería que los Reyes del Nuevo Testamento llevaban joyas, plata, oro, etc. Mientras que nuestros pastores llevan leche, cachorros, setas, queso, etc.
Juan del Encina logró en esta égloga combinar varios temas de su época con los de los tiempos bíblicos. Introdujo elementos de su vida privada con una crítica social acusante.
 
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Zdroje: Encina, Juan del, Teatro (Segunda producción dramática), Madrid, Editorial Alhambra, 1977, pp. 3-12, 109-137
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