Juan del Encina La égloga de las grandes lluvias
La égloga consta de un breve argumento resumido en prosa y de 32 coplas de arte menor, de ocho versos octosilábicos de rima consonante: abba/acca.
El argumento nos informa sobre el autor Juan del Enzina, fija el día de la representación (la noche de Navidad), enumera los personajes (cuatro pastores: Juan, Miguellejo, Rodrigacho, Antón; un ángel) y menciona los temas de la pieza teatral: los infortunios de las grandes lluvias, la muerte de un sacristán, la aparición de un ángel y el anuncio del nacimiento de Jesucristo junto con los preparativos para su adoración
Los versos empiezan narrando el encuentro de cuatro pastores de habla sayaguesa que van a celebrar una fiesta:
JUAN: ¡Miquellejo, ven acá,
por vida de Marinilla,
que esta noche ques vegilla
gran prazer acudirá!
MIGUELLEJO: (...) Gasajémonos un cacho;
JUAN: (...) Ven, verás,
haremos dos mil quellotros.
Los pastores acuden a un lugar bien defendido del frío, de la lluvia y del viento. Rodean una hoguera o un fuego porque el texto dice:
RODRIGACHO: Vení si queréy venir;
ternéys lumbre y buen abrigo.
Con esto el autor centra toda la atención del espectador a un lugar concreto que da sentimiento del calor y hogar. Además, rodeado de personas indica el compañerismo y la amistad:
JUAN: Vamos allá, miafé, amigo.
En buena ora estéys, zagales.
Los pastores se retiran de su trabajo para entretenerse:
MIGUELLEJO: De ganado
poco cuydado se os pega.
ANTÓN: Más vale estar, Dios te prega,
al fuego carrapuchados.
Y además no les importa engañar a sus amos:
JUAN: Pensarán (los amos) que estamos
pastoreando el ganado.
El abandonar el ganado tiene un claro significado simbólico proveniente de la Biblia. En la época de la Navidad, los pastores dejan sus rebaños para acudir apresuradamente a Belén. Descuidan su trabajo que mira esencialmente a la tierra, el de pastoreo, para ocuparse de su quehacer que mira al cielo, el de adorar al Salvador. En contraste, los pastores de esta égloga abandonan el ganado para entretenerse.
En vez de empezar con el divertimento:
MIGUELLEJO: Noche es ésta de prazer.
¡Callá, tomemos gasajo!
Se oyen las quejas:
JUAN: Ogaño Dios a destajo
Tiene tomado el lover.
MIGUELLEJO: Asmo, si no acuden yelos
todo arrá de perecer.
Juan, recién llegado de la villa (Salamanca), cuenta la situación catastrófica que gobierna en ella:
JUAN: Con los andiluvios grandes
Ni quedan vados ni puentes;
(...) cien mil álimas perdidas.
(...) las casas todas caydas
y las vidas
puestas en tribulación.
Compara a los habitantes de la villa con los israelitas en la huida de Egipto, cuando entre el Mar Rojo y el ejército del Faraón gritaban a Yavé:
JUAN: ya las gentes
Reclaman a boz en grito.
¡Andan como los de Egipto!
Una situación cómica si pensamos en que la obra fue estrenada ante los ojos de los nobles cultos y donde los pastores incultos con su habla rústica exageraban y comparaban su situación con la de la Biblia:
RODRIGACHO: ¿ovo gran tormenta allá?
JUAN: ¡Dos mil vezes más que acá!
¡Tanto que no sé dezilla,
de manzilla!
ANTÓN: ¿Yva el río muy perhundo?
JUAN: ¡Nunca tal se vio en el mundo!
Una situación tenebrosa aún más por ser contada durante una noche oscura, fría y lluviosa allá en los montes.
RODRIGACHO: Agua y nieve
y vientos bravos corrutos.
Por si no bastara, Juan habla del hambre que había en la aldea:
JUAN: por del pan,
Que en la aldea no lo avía.
La fiesta se convierte en una enumeración de desgracias enviadas por el Dios sobre los hombres. ¿Porqué tanta dramatización al principio y porqué precisamente durante una fiesta? Creo que Encina se preparaba así un mejor campo de actuación de lo divino al final de égloga, para enfatizar la acción divina. También para hacer reír al espectador culto pero sin dejarlo olvidar que existe un Dios todopoderoso que sabe castigar.
A partir de este momento seremos testigos del desarrollo de otra situación cómica: Juan, uno de los pastores, llegó a la villa después de que se había producido la muerte del sacristán de la catedral de Salamanca. Juan (quien podría ser nuestro autor Juan del Encina) aspira al puesto vacante en lo que lo apoyan los pastores:
ANTÓN: Hágante cantor a ti.
RODRIGACHO: Dártelo an si son sesudos.
Juan, a pesar de tener amos influyentes, confiesa que tal vez no consiga ocupar el puesto vacante por tener enemigos en el consejo que votará la elección del nuevo cantor catedralicio:
JUAN: Muchos ay de mí sañudos:
los unos, no sé porqué;
y los otros, no sé cómo.
A lo que le responde Miguellejo:
MIGUELLEJO: unos dirán que eres lloco;
los otros que vales poco.
Un momento cómico ocurre cuando Rodrigacho se explica mal las palabras de Juan:
JUAN: Mas hanlo de dar por votos.
RODRIGACHO: Por botos no, por agudos.
Éste es el momento más confuso de la pieza: si Juan es pastor, ¿cómo puede aspirar al puesto del sacristán catedralicio de Salamanca que supone un nivel cultural superior al de un pastor secillo? El espectador de la época debía reconocer al pastor inmediatamente después de abrir la boca según su lenguaje rústico (Encina a tal fin utiliza palabras del habla sayagués). En segundo lugar: Si Juan no era pastor, ¿porqué el autor lo presenta como tal al principio de la égloga?
Saco dos conclusiones:
1. en la escena ha sido para hacer reír al espectador: el pastor llega a la villa, se entera de la muerte del cantor catedralicio y enseguida aspira a su puesto que no le será concedido dice él por la envidia de algunos de los miembros del consejo que elegirá al nuevo sacristán.
Sus compañeros le apoyan aunque uno menciona la verdadera razón: la locura (¿cómo un pastor puede aspirar a tal puesto sin ser loco?) y la poca capacidad (es que ni siquiera sabe hablar, ¿cómo podrá cantar en latín o en un romance comprensible para todos?)
2. Podemos admitir también que Juan representa a nuestro autor porque sabemos que realmente aspiraba al puesto de cantor de la ciudad de Salamanca pero que no le fue otorgado por no haber contado con la amistad del consejo que decidió el nombramiento. Así pues nos encontraríamos ante una crítica velada de la injusticia de algunos ciudadanos que tienen poder en la catedral, dicho con otras palabras: se destaca lo injusto que hay en la sociedad, ya que una persona con dotes superiores puede enemistarse con otras mediocres que le envidien.
Aunque la fiesta continúa los personajes no se divierten. Rodrigacho para animar la triste fiesta, propone repartir la fruta traída por Juan. Sin embargo, a Miguellejo le toda un higo podrido y cuando le pide a Juan que se lo cambie, éste se niega y así afirma la irrevocabilidad de la suerte. Más todavía, cuando se ponen a jugar a pares y nones (llamado el juego también del azar), le sucede a Miguellejo algo semejante: pierde y encima pierde las tres castañas apostadas. La triste fiesta termina con la mala ventura.
La trayectoria de la fiesta es, de repente, interrumpida por la aparición de un ángel que les trae la nueva del nacimiento del Salvador. Otro episodio cómico ocurre cuando Juan confunde en saludador (especie de curador ocultista que se dedica a sanar al ganado) con el Salvador, que curará a los hombres del pecado:
JUAN : Cuydo quel saludador
MIGUELLEJO: ¡Que no, sino el Salvador!
Los pastores acogen la nueva y deciden ir a ver al Salvador y a ofrecerle sus humildes regalos. Notamos la postura opuesta: hace un rato estaban dedicándose a las cartas a fin de conseguir un provecho propio para sí mismos, y ahora se adelantan en llevarle a Cristo lo mejor de lo suyo.
JUAN: Cada cual, se le prugiere,
lleve lo más que pudiere
porque mejor le sirvamos.
El espectador se ve obligado a aceptar que no las fiestas engañosas derivadas de las cosas del mundo (se caracterizan por la fugacidad), sino el placer de las cosas celestiales es el verdadero. De tal modo, la triste fiesta mundanal se convierte en una celebración alegre. El que se reunirá con Cristo sentirá el verdadero placer:
JUAN: ¡Gasajémonos con él!
En los cuatro pastores podemos ver también una analogía a los Reyes Magos que en realidad no eran tres sino cuatro. Lo ridículo sería que los Reyes del Nuevo Testamento llevaban joyas, plata, oro, etc. Mientras que nuestros pastores llevan leche, cachorros, setas, queso, etc.
Juan del Encina logró en esta égloga combinar varios temas de su época con los de los tiempos bíblicos. Introdujo elementos de su vida privada con una crítica social acusante.
Zdroje:
Encina, Juan del, Teatro (Segunda producción dramática), Madrid, Editorial Alhambra, 1977, pp. 3-12, 109-137 -
Linky:
http://cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/06929401962436658610046/p0000001.htm#I_1_ - cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/06929401962436658610046/p0000001.htm#I_1_
|